por la carretera

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lunes, 21 de julio de 2014

La casa de Mirtha

Nos dijeron que en las afueras de Cochabamba había una mujer que vendía miel orgánica y que tenía una casa en un árbol, así que decidimos que ese sería nuestro destino en la salida dominguera con la gente de youbetravel. Cuando llegamos descubrimos que el lugar era mucho más que una comunidad apícola...

-¿Desde cuándo que funciona este proyecto?- le pregunté a Mirtha. Dudó un segundo...
- Es que... No es un proyecto, es una forma de vida.

Un modo de vida ejemplar: conciencia y sustentabilidad.

Vamos por parte. Primero, la casa era hermosa. Rústica y simple, pero singular. Construida por la misma familia con adobe y madera sacada de los árboles que tenían en del terreno, junto con tablas y pedazos de madera recogidos por aquí y por allá. 


Entramos a una planta hexagonal donde nos encontramos con el living comedor y cocina. 


Maravillados, subimos al segundo piso, cuyas habitaciones ¡Estaban conectadas por un puente!



Luego pasamos al balcón, de donde nace la escalera que conecta la casa con el árbol que conforma el tercer piso (sí, sobre el árbol, o mejor dicho, con el árbol)


Pero bueno, la verdad es que el aspecto estético fue lo de menos... Lo interesante comenzó cuando fui al baño:

¿Se fijan como es? Yo nunca había visto uno así. Es un "baño seco". Por un lado va la orina, que luego se mezcla con agua y se convierte en un fertilizante muy nutritivo para las plantas. Por el otro lado, los excrementos caen en un barril con aserrín; no se tira ninguna cadena, sino que hay que tirar más aserrín encima ¡y sin olores molestos! Cuando el barril ser llena, se lleva al sol, que mata las bacterias. Tras ello se lleva al compost con lombrices y ¡paf! el mejor humus fertilizante.

Empecé entonces a mirar a mi alrededor y me di cuenta que estaba rodeado de plantaciones: " intentamos no comprar nada de afuera, sino comer con lo que tenemos acá. No tenemos desagüe ni alcantarillado. El agua la renovamos para reutilizarla en el riego". Solo ahí me di cuenta de que esa lagunita con plantas no era decorativa, era un filtro natural.


Esas plantas -cuyo nombre olvidé- purifican el agua. Y si bien no la hacen potable, se limpia lo suficiente para las plantas y animales. Nos encontrábamos en un hogar autosustentable. La leche se saca de la vaca, los huevos de la gallina, el chancho se come los desperdicios. 

Manzana, cebolla, tomate, lechuga ¡Hasta una planta de algodón en flor!


¿Y ese foso lleno de botellas y envases? Bueno, es que la gente acá llena de basura y plástico, así que mejor vamos a tomar todo eso y hacer un relleno sanitario.

¡Te pasate!

Tras hacernos un tour por todo eso, la señora Mirtha nos invitó a probar las tunas, "Es que la tuna retiene agua, entonces así se aprovecha mejor la lluvia para el terreno"

Dentro, comemos tuna, tomamos leche de vaca -la del patio- y probamos sus variedades de miel orgánica monofloral ¡Oh, delicia!



Ya se hace tarde y debemos pedalear de vuelta los 25 kilómetros a Cochabamba. Nos despedimos contentos, y Mirtha nos obsequia un exquisito tarro de miel "Energía para el pedaleo" nos dice. Me sorprende su tranquilidad, su simpleza, su humildad, su generosidad, su sabiduría. 

Me voy sin poder borrar una sonrisa de mi rostro. Feliz, esperanzado, creyendo en que podemos construir un mundo mejor. Al menos ya se como quiero que sea la casa que algún día levantaré.
Mirtha mostrándonos los manzanos en crecimiento.






1 comentario:

  1. Qué bonita experiencia de vida. Harto aprendizaje y amor con el otro, nuestra tierra.

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