por la carretera

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Instagram: @alexandersorel

jueves, 31 de julio de 2014

The journey is the destination: el trayecto es la meta

Recuerdo cuando recorrí la Carretera Austral "mochiliando". Miraba por la ventanilla de los vehículos ese hermoso camino y luego llegaba a los distintos pueblos pensando en que lo mejor había sido eso: el camino. El momento que mejor recuerdo, lo mejor del viaje, fue caminar 30 kilómetros desde el cruce de Caleta Tortel hasta el ferry para cruzar a Villa O'Higgins... ¡Uf! Ahí sí que sentí conexión con la naturaleza. Allí mismo fue donde vi por primera vez un cicloturista... ¡imposible haber eso! Pensé.

Y es que nada como contemplar y conocer el camino. Como que se provoca una suerte de hechizo que se rompe con la "llegada"; pueblos, ciudades, ajetreo, frente a la paz de la ruta. La mejor parte del viaje, es el viaje mismo. El destino como excusa. Poder empaparse de la ruta, hacer una detención en el camino, en todos los pueblos desconocidos, esos olvidados del mapa por "no-turísticos". El cicloturismo es conocer, no "turistear", y cualquiera puede hacerlo.

Conocí a Hutch en Cochabamba. Tiene 74 años y hace un par terminó de recorrer China en bicicleta: ¡recorrió más de 10.000 kilómetros teniendo más de 60 años! Y el próximo año se va a por Europa. Su lema es "the journey is the destination": "el viaje es el destino", o "el trayecto es la meta".

Hutch a la derecha. Un especialista en cicloturismo que tiene abierta su casa para ciclistas de todo el mundo. Revisen sus webs 

Hace tres años tomé prestada la bicicleta de un amigo para ir a comprar. Hice un total de 10 cuadras. Llegué de vuelta a mi casa pálido, sin aire, no me podía mantener en pie, me tiré a mi cama y no me levanté en horas: "Nunca más me subo a una bici" pensé. Y aquí estoy -o allí, o allá-

La primera vez que me subí con peso, no pude mantener el equilibrio

¡Voh dale, pedalea!

"Fatalism"

"No adelantar en curva": bolivian style
Mientras sucedía eso, en el sentido contrato venían un camión y un bus (y nosotros)...

Me preguntaba por qué los bolivianos manejan como lo hacen. La teoría de Hutch -un gringo, mi anfitrión en Cochabamba- es el "fatalism": una suerte de resignación frente al destino.

Conversando con doña Pachi (dueña de un camping donde nos quedamos), ella me decía " me dicen que tenga cuidado, pero ¿para qué? Su tengo que morir va a suceder, no importa lo que haga ". La misma respuesta me daban los conductores  moto-taxi, descansando en el "es la voluntad de Dios". Resignación, pasividad.

Los problemas no tienen solución, las conservas son divinas. El pobre se resigna a ser pobre y el poderoso se ríe. Me recuerda lo práctico de ciertas creencias religiosas para la clase dominante. Esquemas coloniales.

Bueno, tal vez es una extrapolación excesiva, pero la conclusión es la misma: nada ni nadie tiene la culpa de lo que sucede; nadie hace nada.

Hay causas. Hay consecuencias. Hay que comprenderlas y hacer algo con ello.


Por mi parte, seguiré pedaleando por la berma acá en Bolivia...


Las cosas simples

En ellas está la felicidad, que solo se construye de instantes.

Como por ejemplo, un coco, miel, y café de grano en un hotelucho de mala muerte, en un pueblo perdido en el mapa.

lunes, 28 de julio de 2014

¡Qué tiempo se vive!

"(...) Hay más acción, más movimiento, más enigmas que se descifran y se proyectan a mundos ignorados, en el ojo que mira que en la voluntad que organiza y edifica"
- Diez de Medina, "Teogonía Andina.

(Foto: Putre)
Y que no es para tanto, dense una vuelta por la Quebrada de Macul el fin de semana y podrán respirar azul clarito

El sistema nos enseña que lo que no produce está mal, que el éxito es monetario, que hay que desear el poder. Llenamos el mundo de megalómanos, materialistas, competidores... y en eso la vida se nos va. Recuperemos el valor de la contemplación, del descanso, de la espera. 

Muchos esperan la vida -el fin de semana, las vacaciones- mientras la vida pasa por su lado. La clave es disfrutar el instante y darte siempre un tiempo para mirar, para detenerse. Regálate un respiro, aunque sean solo unos minutos al día. Pero aprende que no es algo de un minuto sino que es una forma de -realmente vivir- la vida.

Y la bicicleta ayuda, en serio.

¡Voh dale, pedalea!

¡Qué tiempo se vive!

miércoles, 23 de julio de 2014

Bitácora ruta Arica- Chungará en bicicleta


Este texto tiene el objetivo de orientar e informar a quienes les interese hacer la "Ruta del Desierto" en bicicleta. Es un difícil pero hermoso recorrido por el Parque Nacional Lauca que te lleva desde la costa ariqueña hasta la frontera con Bolivia.

La presente bitácora contiene lo realizado por mi polola y yo. No somos deportistas, por lo que cualquiera puede hacer lo mismo. Era la primera vez que pedaleabamos con tanto peso en la bicicleta. Usted también puede hacerlo.

Tiempo necesario: 10 días. Puede ser más o menos dependiendo de lo que se haga.

Bicicleta: Cualquiera, pero con cambios, ya que el camino es solo subida. Está completamente pavimentado y la mayor parte está en muy buen estado, por lo que una bicicleta con suspención podría incluso ser molesta.

Equipo: Nada en especial, pero debes tener en cuenta que estás atravesando el desierto, es decir, mucho calor en el día y mucho frío en la noche (fácil -17). Es necesario un saco de dormir que aguante esa temperatura. Además, no siempre es una opción hacer fuego para cocinar, por lo que una cocinilla es necesaria. No obstante, sobrevivirás sin cocinar, no es imprescindible. Finalmente, debes llevar agua, por lo que necesitarás espacio para ella en tu bici. Nosotros fuimos con espacio para, entre los dos, poder cargar hasta 15 litros.

TRAMO 1: Arica- Poconchile
Tiempo de pedaleo: 3 hrs.
Distancia: 38 k.
Velocidad promedio: 12 k/h.
Salida: 9:00
Llegada: 12:00

Descanzando en el borde-río de Poconchile

Tramo plano, fácil. Solo una pequeña subida antes de llegar al pueblo. Acampamos al costado de la iglesia, pudiendo utilizar el baño de las monjas, que fueron un amor. Es un pueblo, con negocios y todo, así que no hay problema para comer. Nosotros aplicamos cocinilla y fideos.


TRAMO 2: Poconchile- Quiborax
Tiempo de pedaleo: 3:45 hrs.
Distancia: 31,5 k.
Velocidad promedio: 8 k/h.
Salida: 9:15
Llegada: 15:15

Aquí comienza lo difícil: se asciende hasta los 1700 mts. Un par de cuestas amables a la salida de Poconchile, que luego dan paso a un zigzag que sube eternamente, para finalmente llegar a un camino con menos curva, pero con una pendiente ascendiente constante. Tuvimos que parar más de lo calculado porque en una parada a descansar, se rompió la pata de la bici... así de cargados íbamos. Aquí ya se empieza a sentir la altura.
Recuperando energías para seguir subiendo

Acampamos en un lado de la carretera, frente a la "Quiborax", una fábrica de procesamiento de boro. El guardia nos da agua. ¿Baño? El desierto es grande. Evidentemente, no hay donde comer ni donde comprar. Cocinilla y fideos.
El campamento y atrás la Quiborax

TRAMO 3: Quiborax- Mallku
Tiempo de pedaleo: 4:40 hrs.
Distancia: 31,6 k.
Velocidad promedio: 6,7 k/h.
Salida: 8:00
Llegada: 14:50

Subimos de los 1700 a los 3164 mts. de altura, atravesando el Monumento Natural "Quebrada de Cardones". 31 kilómetros de solo subida. Nada plano. No bajadas. Solo una infernal subida constante. Super lindo, pero difícil.

Aprovechando la única sombra de todo el camino

Para hablar de Mallku necesito una entrada del blog dedicada especialmente a ello. Baste decir que ha sido uno de los lugares donde más he aprendido de la vida. Alex y Andrea se fueron a vivir a la mitad de la nada y construyeron lo que ahora es un hermoso oasis en medio del camino. Pasamos dos noches ahí. Hay agua, sitio para carpa y Andrea hace un excelente pan amasado. 
El lugar más acogedor y agradable :)

TRAMO 4: Mallku- Socoroma
Tiempo de pedaleo: 2:10 hrs.
Distancia: 25 k.
Velocidad promedio: 11,2 k/h.
Salida: 8:45
Llegada: 13:00


Tramo relativamente plano. Paramos a los 10 kilómetros en Zapahuira a comer un pancito. En Socoroma, hablamos con el presidente de la junta de vecinos y nos dejan poner la carpa cerca de la plaza. Hay baños públicos ¡con ducha! (agua helada). No hay negocios, por suerte aún nos quedan provisiones.
Nota: HERMOSO pueblo.

TRAMO 5: Socoroma- Putre
Tiempo de pedaleo: 3 hrs.
Distancia: 28 k.
Velocidad promedio: 9,2 k/h.
Salida: 7:40
Llegada: 12:00

Sin contar con que el camino es pura subida, acá lo difícil es salir de Socoroma, que significó bajar de la carretera a un valle. Ya llegamos a los 3500 mts de altura. De aquí en adelante la vegetación empieza a cambiar y se empiezan a cruzar las llamas por el camino.

Putre es un pueblo bastante grande y turístico, por lo que hay de todo. Donde dormir, dice comer, hasta una señora que lava ropa. Es el momento de abastecerse de provisiones. De aquí a Chungará no es seguro que haya donde comprar (los negocios a veces cierran porque los dueños bajan a Arica).

Hay una oficina de información turística con gente muy amable e informada: están muy bien organizados. Se puede hacer descenso, trekking, escalada... Nosotros nos quedamos casi una semana.
Su trekking pa estirar las piernas

TRAMO 6. : Putre- Termas de Jurasi
Tiempo pedaleado: 1:43 hrs.
Distancia: 10,9 k
Velocidad promedio: 6,3 k/h
Salida: 11:10
Llegada: 14:10

El tramo de la carrera es corto, subiendo ahora hasta los 4100 mts. Lo complicado es que primero hay que dale de Putre, y después hacer el camino de tierra (2 kilómetros) de la entrada por la carrera hasta las termas mismas. Precioso. Relajante. La entrada cuesta dos mil pesos, pero cuando fuimos no había nadie, ni guardia, así que disfrutamos de las termas y luego pusimos la carpa. Demás esta decir que nos cocinamos unos tallarines.

Nada como el agua caliente para relajar las piernas

TRAMO 7: Termas de Jurasi- Las Cuevas
Tiempo de pedaleo: 2:25 hrs.
Distancia: 18,6 k.
Velocidad promedio: 7,6 k/h.
Salida: 8:20
Llegada: 12:35

Aquí ya el camino se pone precioso. Empieza a aparecer toda la flora y fauna silvestre. Las Cuevas es un refugio de la CONAF que está en medio de un bofedal, rodeado de llamas, vizcachas, zorros y, por si fuera poco, tiene termas.
Vizcacha tomando el sol

Vicuñas tomando once


Como era mayo, estábamos fuera de temporada así que no había nadie en el refugio. Armamos el campamento en la zona de pic-nic junto a la casita de los guarda parques. La sorpresa vino en la noche: -20°. Despertamos con todo congelado. Los sacos nos salvaron la vida. De aquí en adelante, tuvimos que despertarnos a descongelar todo en las mañanas. 

TRAMO 8: Las Cuevas- Parinacota
Tiempo pedaleado: 1:41
Distancia: 22 k
Velocidad promedio: 12,9 k/h
Salida: 10:00
Llegada: 12:20

Llegada a Parinacota

El tramo no es difícil, pero la entrada a Parinacota es un camino de tierra que no está muy bueno. Hay un refugio de la CONAF y sitios para acampar frente a un lago. Desconozco Saludables precios porque estaba todo cerrado; como no había nadie, nos instalamos en la zona de camping.

La vista desde la carpa

Acá el frío es de muerte. En las mañanas no había agua porque estaba todo congelado. Utilizábamos el baño público y había un pequeño negocio, pero que tenía un 90% de sus productos vencidos. De todos modos hay un hostal y un restaurante. Hay unos trekking preciosos y el pueblo mismo es hermosísimo. Nos quedamos tres noches.
Trekking lagunas Cotacotani

TRAMO 9: Parinacota- Lago Chungará
Tiempo de pedaleo: 1:25 hrs.
Distancia: 16,8 k.
Velocidad promedio: 11,8 k/h.
Salida: 10:50
Llegada: 13:00

Bofedal del lago Chungará

Este sería ya el final de la ruta, que se corona con el lago a 4600 mts de altura. Hay una guardería de la CONAF, baños y sitios para acampar. El negocio no estaba funcionando.


De aquí yo pasé a Bolivia, pero imagino que el regreso es un vertiginoso descenso. Creo que se puede volver a Arica en 6 horas ¡Con el puro vuelo de la bajada!

No me queda más que decir
 ¡Voh dale, pedaléala!









martes, 22 de julio de 2014

Voh dale!

¿No te da miedo? ¿Y si te asaltan? ¿Y si te pasa algo? Si, me da miedo. Si, me han pasado cosas. Si, me han asaltado. Pero aquí estoy -o allí, o allá.

Cuando nos robaron la cámara -tipo réflex, la gran inversión del viaje- nos desmoralizamos ¡¿Por qué a nosotros?! Andábamos asustados, desconfiados... Ganas de correr de vuelta a casa. Al ir conociendo a otros viajeros descubrimos que no éramos los únicos: a todos les había pasado algo similar. La verdad, es que lo mismo te puede pasar a la vuelta de la esquina, o en tu casa ¿Te va eso a detener?

Recuerda las noticias: teme. Recuerda lo que quieren los poderosos: que vivamos con miedo.

Que el miedo no te paralice: que te movilice. No me refiero a viajar, no me refiero a ser extremo. Me refiero a la vida -el trabajo, la familia, los estudios, esa persona-. Atrévete, muévete, arriésgate; cáete y levántate: de eso se trata. 


Y ,por si acaso, ¡pedalea!

lunes, 21 de julio de 2014

La casa de Mirtha

Nos dijeron que en las afueras de Cochabamba había una mujer que vendía miel orgánica y que tenía una casa en un árbol, así que decidimos que ese sería nuestro destino en la salida dominguera con la gente de youbetravel. Cuando llegamos descubrimos que el lugar era mucho más que una comunidad apícola...

-¿Desde cuándo que funciona este proyecto?- le pregunté a Mirtha. Dudó un segundo...
- Es que... No es un proyecto, es una forma de vida.

Un modo de vida ejemplar: conciencia y sustentabilidad.

Vamos por parte. Primero, la casa era hermosa. Rústica y simple, pero singular. Construida por la misma familia con adobe y madera sacada de los árboles que tenían en del terreno, junto con tablas y pedazos de madera recogidos por aquí y por allá. 


Entramos a una planta hexagonal donde nos encontramos con el living comedor y cocina. 


Maravillados, subimos al segundo piso, cuyas habitaciones ¡Estaban conectadas por un puente!



Luego pasamos al balcón, de donde nace la escalera que conecta la casa con el árbol que conforma el tercer piso (sí, sobre el árbol, o mejor dicho, con el árbol)


Pero bueno, la verdad es que el aspecto estético fue lo de menos... Lo interesante comenzó cuando fui al baño:

¿Se fijan como es? Yo nunca había visto uno así. Es un "baño seco". Por un lado va la orina, que luego se mezcla con agua y se convierte en un fertilizante muy nutritivo para las plantas. Por el otro lado, los excrementos caen en un barril con aserrín; no se tira ninguna cadena, sino que hay que tirar más aserrín encima ¡y sin olores molestos! Cuando el barril ser llena, se lleva al sol, que mata las bacterias. Tras ello se lleva al compost con lombrices y ¡paf! el mejor humus fertilizante.

Empecé entonces a mirar a mi alrededor y me di cuenta que estaba rodeado de plantaciones: " intentamos no comprar nada de afuera, sino comer con lo que tenemos acá. No tenemos desagüe ni alcantarillado. El agua la renovamos para reutilizarla en el riego". Solo ahí me di cuenta de que esa lagunita con plantas no era decorativa, era un filtro natural.


Esas plantas -cuyo nombre olvidé- purifican el agua. Y si bien no la hacen potable, se limpia lo suficiente para las plantas y animales. Nos encontrábamos en un hogar autosustentable. La leche se saca de la vaca, los huevos de la gallina, el chancho se come los desperdicios. 

Manzana, cebolla, tomate, lechuga ¡Hasta una planta de algodón en flor!


¿Y ese foso lleno de botellas y envases? Bueno, es que la gente acá llena de basura y plástico, así que mejor vamos a tomar todo eso y hacer un relleno sanitario.

¡Te pasate!

Tras hacernos un tour por todo eso, la señora Mirtha nos invitó a probar las tunas, "Es que la tuna retiene agua, entonces así se aprovecha mejor la lluvia para el terreno"

Dentro, comemos tuna, tomamos leche de vaca -la del patio- y probamos sus variedades de miel orgánica monofloral ¡Oh, delicia!



Ya se hace tarde y debemos pedalear de vuelta los 25 kilómetros a Cochabamba. Nos despedimos contentos, y Mirtha nos obsequia un exquisito tarro de miel "Energía para el pedaleo" nos dice. Me sorprende su tranquilidad, su simpleza, su humildad, su generosidad, su sabiduría. 

Me voy sin poder borrar una sonrisa de mi rostro. Feliz, esperanzado, creyendo en que podemos construir un mundo mejor. Al menos ya se como quiero que sea la casa que algún día levantaré.
Mirtha mostrándonos los manzanos en crecimiento.






sábado, 19 de julio de 2014

Cultura y educación

"A los habitantes hay que cazarlos para poder hablar con ellos pues son como animalitos"
-Ché Guevara, Diario en Bolivia.

Camino a Potosí paramos en Millares, un pequeño caserío junto a la carretera. Nos bajamos de las bicicletas y entro a un local a preguntar por alojamiento. Cuando salgo, Catalina está rodeada de niños. Venían recién saliendo del colegio y nada más llamativo que un par de gringos en bicicleta, sobretodo si "no son TAN gringos: hablan español, aunque no quechua". Nos quedamos un rato conversando, no son tímidos y tienen muchas preguntas. Nos enseñan a saludar en quechua (imainalla kasanqui: ¿cómo estás?). -¡El camión!"- uno grita, y todos salen corriendo, se suben en la parte de atrás de un camión de carga que para en la carretera y desaparecen tras la colina.

Entramos al alojamiento y somos atendidos por dos niñas. Nos atienden tímidamente y se ríen mirando el suelo. Es difícil comunicarse con ellas: les cuesta entender las preguntas y sus respuestas son vagas, emitidas con un tono de duda. Roberta (14) camina arrastrando los pies y de mala gana limpia las mesas del restaurant. Se ve enojada.

-¿Cómo estás?- le pregunto.
- Mal.
-¿Por qué- Se encoge de hombros y se va.

Se sienta con Jovana (15) a pelar papas. Me siento junto a ellas. La comunicación es difícil, hablan muy poco español. -¡Enséñame algo!- Me pide que les enseñe palabras en chileno. Les explico que hablamos español. Saco un mapa y les muestro dónde queda Chile, cuya existencia desconocían. Me preguntan cómo se dice tal o cuál cosa en Chile. "Igual, hablamos español, castellano, igual que ustedes" Me miran entre divertidas y confusas. Se levantan, una a cocinar, la otra a limpiar. No tienen jornada de trabajo: comienza cuando se levantan, termina cuando se acuestan.

Voy a comprarme una "hamburguesa de cholita" (carne, tomate, cebolla, ají, mayonesa, papas fritas). Pido dos, una sin carne. -¿Sin carne?- Sí -¿Con salchicha? -No, sin carne- ¿Huevo?- No, igual que la otra, con tomate, cebolla, papas, etcétera, pero sin la carne, sin la hamburguesa. La niña me entrega una hamburguesa y un cono de papas fritas con tomate, cebolla, mayonesa y ají.

Comunicarse no es fácil. Se que hay diferencias culturales, pero es como su hubiera algo más, una lógica distinta (temo decir disfuncional)... Algo que va más allá del lenguaje y las diferencias idiomáticas. Algo sucede -o no sucede- con la educación.

Me siento diez minutos en la banca de una plaza y se acercan al menos tres niños a lustrarme los zapatos, insistiendo en que mis zapatillas de lona igual pueden ser lustradas.

En un pueblo que pasamos una noche, nos quedamos junto al colegio. Los niños estaban de vacaciones hace un par de días. Recorro las salas. Desordenadas, sucias. El patio repleto de envases de papas fritas, jugos y yogurt. Cuando nos fuimos en la mañana preguntamos a unos niños dónde dejar nuestra bolsa de basura -Déjenla ahí detrás de los árboles, no pasa nada-.








viernes, 18 de julio de 2014

Fotografía y pudor

"I've known adventures, seen places you people will never see, I've been Offworld and back... frontiers! I've stood on the back deck of a blinker bound for the Plutition Camps with sweat in my eyes watching the stars fight on the shoulder of Orion...I've felt wind in my hair, riding test boats off the black galaxies and seen an attack fleet burn like a match and disappear. I've seen it, felt it...! All those... moments... will be lost in time, like tears... in... rain."
Blade Runner


Llevo un par de meses viajando y alrededor de 1600 kilómetros pedaleados. Tengo muchas fotos del paisaje y del camino, sobre todo de cuando aún teníamos cámara y parábamos cada quince minutos a sacar fotos. No tengo fotos de gente.

Bolivia es lindo, pero la verdad hasta ahora pienso que los paisajes de Chile son más... "Sublimes". El viaje no se ha destacado por las maravillas naturales, sino por las maravillas -y horrores-humanos. La belleza natural puede encontrarse en el Cajón del Maipo, o en la ruta al trabajo. El aprendizaje, el deslumbramiento ha estado en la gente que he conocido. Y no tengo si quiera una foto con alguien. Ni con la Catalina.

Y es que me da vergüenza. Pudor. 

Estuve invitado a comer en casa de unos campesinos quechua que si bien apenas hablaban español, fue suficiente como para recibir a unos forasteros que buscaban dónde pasar la noche. Estaban haciendo pan, y no bien paramos a preguntar, antes de saludar o hablar, nos ofrecieron el pan que estaban recién sacando de un gigante horno de barro junto al camino. Dentro de la pequeña casa, había un cerro de pan sobre un aguayo en el suelo; un pequeño jugaba a pie pelado, sentado junto a esa pila que era al menos tres veces más alta que él. Comimos sentados en la cama que ocupaba un tercio de la casa, mientras las cholitas pasaban de aquí a allá con sus bebés en la espalda. Más niños, todos sucios y a pie pelado -hacía frío- jugaban y reían. En las vigas de madera de esta media agua de adobe, colgaban pieles de oveja. El olor a coca, a pan, a sopa. Las sonrisas verdes de coca; las protuberancias en la mejillas, bolos eternos de anestésico. El extrañamiento: me sentía en un cuento ¿Cómo sacar una foto de eso? Sentía como si intentar capturar esa imagen fuera a romper algo, alguna suerte de equilibrio que tal vez solo existía en mi cabeza. El mal del turista, sacando fotos y fotos como si aquello fuera más importante que el momento mismo ¿Y si a mis anfitriones no les gustan las fotos?

No tengo fotos de gente, con gente.
¿Debería?



Solo nos atrevemos a sacar el celular afuera, cuando estamos solos frente a los cerros. Nos fotografiamos a nosotros. Al fin y al cabo, somos nosotros esos bichos raros, con trajes extraños, esos seres pintorescos... 

Privacidad, exhibición. Aún no sé si comprar otra cámara.