por la carretera

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Instagram: @alexandersorel

jueves, 18 de diciembre de 2014

High-road (so high)

Cuando la estabilidad se vuelve inestable
Cuando se hace difícil el detenerse

Pedaleo. Detención. Recarga.

La detención se prolonga. Demasiado.

El camino te empieza a susurrar en las noches
A gritar en las mañanas.

Hay que salir
Hay que seguir


Sorata


De los 4 mil a los 2 mil 600 en 35 kilómetros. Descendiendo con calma, sintiendo cómo el gélido viento es sustituido por una cálida brisa. Serpenteando en la montaña, entre casas y siembras colgantes. Bajando el espiral, enroscándose en la montaña, entre las montañas, como siguiendo el surco de la concha de un verde caracol gigante, cubierto de árboles y rocas. 


Las calles colgantes, jugando en el cerro, caminando a medio día con el sol en nuestras cabezas. Calor. Fuerte, intenso, imposible de esquivar. Sentir cómo el Sol me abrasa los hombros mientras descendemos la ladera, penetrando en la tupida vegetación que rodea el río.


martes, 9 de diciembre de 2014

Riders on the storm


[...] Al retomar el pedaleo: viento, mucho viento. Gotas. Mientras avanzamos se ven las nubes a la distancia, deshaciéndose, abrazando la tierra. Nos rodean. Más arriba, en las montañas, la nubes negras escupen rayos que sacuden el camino con sus truenos. 

Apuramos el paso, haciendo estallar los muslos en contra del viento. Llegamos indemnes a Pucará. Antes de ver dónde pasar la noche, nos refugiamos a almorzar en un local, protegidos por la sopa de maíz y el estofado. Dentro llenamos nuestros estómagos, afuera las nubes vacían los suyos con fuerza. Baldes de agua y granizo. Nos quedamos haciendo sobremesa, esperando que escampe, mientras los granizos chocan en la vereda y entran al local, atravesando a saltos el umbral de la puerta.

La lluvia se detiene. No cae, no se ve, pero se siente. Está ahí, solo unas cuadras más arriba. Se escucha cómo los pequeños trozos de hielo repiquetean en los techos de lata, resonando cada vez más cerca, avanzando metro a metro [...]





viernes, 28 de noviembre de 2014

La Isla del Sol, un inesperado locus amoenus

Mucho me hablaron de la Isla del Sol y sus maravillas. Tenían razón. Contra todo pronóstico, tenían razón.

La llegada a Copacabana fue caótica, una gran zambullida a un inmenso mar de turistas; definitivamente el lugar en Bolivia con más turistas por metro cuadrado. Decenas de empresas ofrecen todo tipo de tours, incluyendo la gran atracción del lugar: la Isla del Sol. Nuestro cuerpo se crispa instantáneamente ante la inminente llegada a una "atracción-mall". Pero nos embarcamos (con las bicicletas amarradas como mascarón de proa).

Y ¡paf!

La Isla del Sol parece lo que es: una isla. Un mundo paralelo detenido en el tiempo. Sin calles ni motores, solo remos, burros y ovejas... se respira calma, amistad, familia, vida...

Aunque diariamente desembarcan hordas de turistas, esa gran masa solo pasa dos veces al día, y se va tan rápido como llega. Pero lo bello de la isla, más que su geografía, son sus habitantes. Está administrada por tres comunidades, quienes cobran un total de 30 bolivianos por recorrerla, bajo éste cartel:




VIDA

Freddy nació en la isla y hoy forma parte de las autoridades de la comunidad. Hace 15 años, no existía esta explosión de turismo: vivía de la pesca. Bajó la pesca, llegó el turismo y tuvo que reinventarse; necesitaba dinero, por lo que tuvo que salir de la isla en busca de trabajo para tener capital. Volvió y en dos años de trabajo junto con su familia (hermanos, hijos, todos), logró edificar un sencillo hostal.

En la isla se vive de la agricultura, la pesca y las divisas que deja la gran afluencia turística. Freddy vive tranquilo, siempre ocupado, siempre haciendo algo, pero siempre con calma, siempre deteniéndose a cruzar un par de palabras, un saludo. Siempre sonriente, al igual que su hermano César, quién le dio una mano para levantar el hostal, y a quién ahora Freddy ayuda de la misma forma.



Atardece. Yo metido en las aguas del Titicaca hasta las rodillas, sintiendo el frescor de las aguas y la calidez del sol, veo como los cuatro hijos de Freddy juegan en el bote pesquero. Juegan a pescar... y pescan ¡Y mucho! "¡Ya, paren de sacar tanto pez!" Grita Freddy desde la orilla.

Unas niñas, de tal vez once o doce años, acarrean unos burros por el serpenteante sendero que lleva al puerto sur de la isla. Van riendo. Van saltando. Van jugando. Van trabajando. Van viviendo.

Unos niños juegan en la calle. Al pasar nosotros "¡Vengan esos cinco!" exclaman... para chocar nuestras manos y seguir su juego.

¡Foto, yo quiero una!- Gritó 






domingo, 23 de noviembre de 2014

Atracciones-mall

La Ruta de la Muerte, Bolivia, es una atracción-mall. Cientos de compañías de turismo te dan una polera de "Sobreviví a la carretera de la muerte" cuando terminas el recorrido -claro, el precio está inlcuído en el paquete turístico. 

La "ruta más peligrosa del mundo" es, en realidad, hoy por hoy, tremendamente segura. 

Y es hermosa, por lo demás.

Mapa-entrada del circuito

No quise pagar demás, asi que no contraté a nadie. Simplemente tomé mi bicicleta y fui. El camino parecía cicletada. Se podían distinguir los "teams" de turistas en bicicleta por el diseño y color de las chaquetas. O por los cascos de "downhill" -tremendamente innecesarios. Me recordó cuando fui a Las Torres del Paine. Era como recorrer los pasillos de un mall en horario alto, pero con vista linda, y con la redcompra siempre funcionando. Y claro, qué cantidad de plata que te chupan en las Torres del Paine. Al final de la Ruta de la Muerte, había un "check point turista". Un peaje de 25 bs para los turistas. Junto a él, baños y un letrero que explicaba que el dinero cobrado se utiliza para mantener la ruta y para mejorar las condiciones de los habitantes del lugar. Una suma aceptable, unos 4 dólares por un recorrido de 4 horas. 

Pero ¿Cuánto sale ir a las Torres del Paine? No solo hay que pagar entrada, sino que campings privados que te salen un ojo de la cara. Está bien, hay mantenimiento y etc., pero ¿Para quién va la plata? 

No se puede hacer nada en contra de las atracciones-mall. Al fin y al cabo, el turismo es un negocio. Solo me da rabia que una vez más, en mi país, los privados se aprovechen de eso. Hijos de puta. Por último que el parque entero sea de la CONAF. No es la mejor organiación del mundo, pero es infinitamente mejor a que sea un negocio para unos pocos que terminan privando de la oportunidad de ir a quien no tiene la plata para pagar 4 mil pesos diarios por una semana de trekking.

lunes, 17 de noviembre de 2014

The Motto


We eat hills for breakfast
The wind for lunch
We dine on lofty peaks
We drink the nectar from the clouds
We let nothing stop us!


-¡Voh dale, pedaléa!-

viernes, 14 de noviembre de 2014

La Foto (y el pudor)

Como retroceder a épocas originarias, ancestrales. Ese culto ritual que me parece tan extraño, tan de los libros de Historia... o mitología. El tío de la mina y los mineros ofreciendo coca y tabaco al diablo; la adoración -y el temor- a las imágenes. Mejor no aparecer en fotos. La imagen se puede volver en tu contra, cual vodoo.

Llegamos a este pueblo tras dos días de escalada. Como bichos raros, como pintorescos marcianos, hordas de niños se acercan a observar nuestros casas de plástico y aluminio. Catalina prepara el café rodeada de una docena de pequeños. Saco la cámara para registrar el momento y los niños huyen de ella al momento. Pero la cámara es más rápida, ya es demasiado tarde para evitar la foto. "Mostrála", me dice una niña, y lo hago. "Ahora borrala". Lo hago.

Igual quedó una que no se borró por ahí

Conversamos mientras preparamos el campamento. Les pido una foto de recuerdo, pero se niegan. Les digo que se las mandaré, que la podrán ver en internet, pero no saben nada de mails ni de facebook. De entre ellos, Willy algo sabe: su nuevo celular tiene facebook. Le interesa la idea de, como él mismo me dice, "poder investigarse en internet". Willy y Fidel se ponen frente a La Poderosa (esa flaca en la foto) y el resto de los niños se aparta, casi asustados del atrevimiento de sus amigos.

La foto parece sacada de otra época, con esa mirada de no saber qué hacer frente al lente. Me gusta.

Gracias Fidel.
Gracias Willy: Espero que te encuentres en la red.

-¡Voh dale, pedaléa!-

Qué pintoresco...

Estamos en una pieza debajo de las gradas de un estadio de pasto sintético. No hay techo, ya que éste son las mismas gradas escalonadas, que dejan pasar la luz como ventanas. Desde aquel palco, una docena de niños nos miran como si fuera un reality show, mientras tomamos mate y escuchamos Bob Marley con el celular. Los niños miran, hablan entre ellos, comentan lo que hacemos, nos gritan cosas y nos tiran piedrecillas... somos como monitos en una jaula. 

Y es que los extraños somos nosotros. Los pintorescos. Los exóticos. Extraterrestres con extraños trajes y naves espaciales (y claro, ni en casa me sentí muy normal con tricota). No nos sacan fotos, pero nos observan por horas -horas, literalmente- como para capturar para siempre la imagen... o tal vez simplemente porque no tienen nada mejor que hacer.

El techo del cuarto, cual butaca de cine... o de zoológico

-¡Voh dale, pedaléa!-

domingo, 21 de septiembre de 2014

La chiquitanía en bicicleta


Esto va dedicado especialmente para los cruceños, ya que es un viaje simple, corto y muy bello, que pueden hacer un fin de semana largo o en las vacaciones. Yo lo tomé con calma y lo hice en como una semana. 

En síntesis, se parte en San José de Chiquitos y se pasa por Chochís y Santiago de Chiquitos, para terminar en Aguas Calientes.

Primero  tomamos el expreso oriental en Santa Cruz. El pasaje a San José -el más económico- nos salió 35 bs c/u y 10 más por cada bicicleta. Nos fuimos un lunes a las 3 de la tarde para llegar a San José a las 9 de la noche.

Iglesia de San José

El día siguiente lo pasamos allí para visitar la iglesia, el museo y "Santa Cruz la Vieja". Aunque definitivamente lo mejor de San José fue comer en el mercado, donde  "Benedita la brasileña": muy económico, muy rico y muy abundante.

Comer donde la brasileña en el mercado es LEJOS la mejor opción

Tramo 1: San José de Chiquitos- Chochís
Tiempo pedaleado: 5:15 hrs
Distancia: 96 k
Velocidad promedio: 18 k/h
Salida: 7:00 hrs
Llegada: 13:30 hrs

Llegando a Chochís completamente deshidratados


Lo más complejo del trayecto fue el calor. Su ustedes lo hacen, les aconsejaría salir en la madrugada, antes que el sol. Después de las 9 el calor es ya insoportable. A los 35 kilómetros estábamos ya sin agua... Las últimas gotas estaban hirviendo.

En Chochís nos quedamos en el Ecocamping (15 bs bolivianos, 25 bs extranjeros) que queda cruzando el río, tomando el camino que va hacia el velo de la novia. El día que llegamos no recorrimos nada porque estábamos muertos de cansancio y deshidratación. 

Atardecer en Chochís

Al día siguiente, recorrimos el santuario, que además tiene unas caminatas breves pero interesantes, y el Velo de la novia, bello y refrescante.

El velo de la novia: nótese los tallados del tronco abajo

Tramo 2: Chochís- Roboré
Tiempo pedaleado: 2:00 hrs
Distancia: 41 k
Velocidad promedio: 20 k/h
Salida: 6:45 hrs
Llegada: 9:10 hrs
El camino acá es simple y rápido, sobretodo si se sale bien temprano. Ahora bien, la verdad es que Roboré no tiene nada para ver, sino que su gracia es que queda cerca de Chochís, Santiago y Aguas Calientes. Es más, el problema es que el alojamiento es el más caro que he pagado en Bolivia (80 bs una habitación para 2), más que en Sucre, Uyuni, Potosí, Santa Cruz... En fin, salinos huyendo de ahí a la mañana siguiente.

Tramo 3: Roboré- Santiago de Chiquitos
Tiempo pedaleado: 2:18 hrs
Distancia: 25 k
Velocidad promedio: 10 k/h
Salida: 6:30
Llegada: 8:55

El cruce hacia Santiago está a 10 kilómetros de Roboré, y luego viene una escalada de 15 kilómetros hasta la plaza del pueblo. No obstante, el pavimento está buenísimo y la pendiente no es muy pronunciada; el trayecto es bastante agradable. 

A 3 kilómetros de la plaza, frente a la  entrada al mirador (hay una gruta), está la casa de Erwin e Hilda. Ellos tienen sitio para acampar y es lejos el mejor y más agradable lugar para pasar los días.

 La entrada a la cada de Erwin e Hilda (y Alex)

Santiago de Chiquitos  tiene un maravilloso entorno natural, pero no está pensado para cualquier turista: salvo la caminata del mirador, todo debe hacerse con guía. Como nuestro presupuesto -y ganas- no se ajustan a ello, solamente conocimos el mirador. Si puedes contratar un guía -o tienes GPS- puedes quedaré varios días allá. Si no, un día es suficiente.

Sendero de "El mirador", justo frente a donde acampamos

Tramo 4: Santiago de Chiquitos- Aguas Calientes
Tiempo pedaleado: 2:17 hrs
Distancia: 43,22 k
Velocidad promedio: 18,8 k/h
Salida: 7:40
Llegada: 9:55
 Bajando de Santiago a toda velocidad



El camino es rápido y agradable. Nos quedamos en el camping Miraflores, que si bien no es barato, las instalaciones son bastante buenas y tiene un precioso muelle al borde del río, que queda justo frente a dos ojos de hervores y una lagunilla de agua más fría. En definitiva, está bastante bueno.
El rio-terma desde el muelle del camping...

Llegamos allí el lunes en la mañana y tomamos el tren (56 bs) de vuelta a Santa Cruz un martes a las 20 hrs para llegar de vuelta el miércoles a las 7:40 de la mañana.

Y bueno, eso es todo. Queda hecha la invitación para los que quieran hacer este breve y bello recorrido.

-¡Voh dale, pedaléa!- 







miércoles, 10 de septiembre de 2014

Catalina me dijo...

Que cada vez que avanzamos conocemos realidades nuevas; que cada vez que conocemos realidades nuevas, más se nos diluye "LA realidad"; que es increíble vivir en una casa, en un barrio, en una ciudad, y pensar que ESA ES la realidad.

Eso me dijo.

A más realidad(es), menos realidad.

lunes, 1 de septiembre de 2014

Adaptabilidad

No tener un lugar es tenerlos todos. Dejé mi casa y mi gente, pero la ruta te lleva a otras casas y otras gentes. Somos seres adaptables, seres de costumbres; nuestro poder es la facultad de cambio: aprendemos.

Ya no tengo "mi lugar", pero tengo la capacidad de "encontrar un lugar" y sentirlo como mío.





viernes, 15 de agosto de 2014

La ruta culinaria de la carretera

Nunca había mirado de esta forma el clásico “producto de la zona”. Ese precario puestito de madera, a veces solo un cajoncillo, que ofrece lo que ESE lugar tiene para darte. Te habla de una forma de vida, de un tipo de gente, de espacio, de costumbres.

Darse cuenta que cambiaste de zona no por un letrero, sino  porque los puestitos pasan de vender miel y flores a vender mandarinas y plátanos. Detenerse no a sacar  una postal, sino un sabor de cada kilómetro.

Llegar al peaje y que las cholitas vendan pescado frito es lo que necesitas para saber que te estás acercando a un río. Unos kilómetros más allá no es pescado, sino cañas de azúcar en trocitos; más allá plátano frito: ya estamos en la zona tropical.

El saber/sabor
devorarse la ruta
con piernas, ojos y lengua





-¡Voh dale, pedaléa!-

miércoles, 13 de agosto de 2014

De Cochabamba a Santa Cruz en bicicleta

Subo esta ruta porque mucha gente nos dijo en Bolivia que no lo hiciéramos pues era muy peligroso. 
Se puede. 
Eso si, acá los conductores son unos homicidas. Pero con cuidado, se puede. Y es HERMOSO.

Tramo 1: Cochabamba- Melga
Tiempo pedaleado: 3:23
Distancia: 33,5 k.
Velocidad promedio: 9,8 k/h
Salida: 11:30
Llegada: 14:40

La salida está marcada por la cuesta que se encuentra a la salida de Cochabamba, llamada "Wacanqui", que significa "Vas a llorar" en quechua. Eso ya dice algo de la subida... pero finalmente no es más terrible que otras. Si estás pedaleando en Boliva, es de hecho suave. Solo hay que ir tranquilo y con paciencia. Son alrededor de 20 kilómetros de escalada sin gran pendiente, pero constante. Melga queda a 7 kilómetros de la cumbre.
Una parada en el camino para descansar de la cuesta


En Melga hay negocios y pensiones, así que no hay problema con la comida. Afortunadamente, las monjas de la iglesia del pueblo nos prestaron un cuarto para dormir. Ahí descansamos cómodamente y nos cocinamos unos tallarines.

Iglesia de melga ¡Qué amables las monjitas! jaja


Tramo 2: Melga- Laguna Esperanza, Santa Isabel
Tiempo pedaleado: 3:44
Distancia: 54,22 k.
Velocidad promedio: 14,4 k/h
Salida: 9:00
Llegada: 13:20

Tras escalar los últimos 7 kilómetros, el camino es principalmente en bajada. Pasado Colomi, viene una pequeña cuesta, pero nada al lado de Wacanqui.

Nuestra meta inicial era llegar hasta la laguna Corani, pero su entrada no tiene avisos ni letreros, por lo que nos pasamos por 8 kilómetros en descenso... no íbamos a escalar eso de vuelta.

Pasado esto comienza la parte más hermosa del viaje, que es el tramo "selvático" hasta Villa Tunari.


Como en una película de Stephen King

Acá nos agarró una niebla infernal, por lo que por seguridad -y porque moríamos de frío- tuvimos que parar por el sector de Santa Isabel, y la suerte nos llevó a "Laguna Esperanza". 


Esta laguna tiene su nombre bien puesto

Un restaurant tranquilo donde venden platos de trucha gigantes, una laguna tranquila, una selva, y campos de siembra. Pusimos la carpa y pasamos el frío en una buena noche de descanso. Doña Pachi es muy acogedora y el camping solo cuesta 10 bolivianos por persona. Ahora bien, los dueños tienen muchos proyectos en mente y su tierra necesita mucho trabajo: construir, sembrar, ayuda en el restaurant, etc. Ellos están felices de que alguien los ayude, por lo que pueden quedarse un tiempo ahí con techo, comida y tal vez unas monedas más para el viaje. Si quieren contactárlos pueden escribir a laguna_esperanza@hotmail.com


El restaurant de doña Pachi

Tramo 3: Laguna Esperanza- Cristal Mayu
Tiempo pedaleado: 3:06
Distancia: 51 k.
Velocidad promedio: 16 k/h
Salida: 10:30
Llegada: 14:50

 Verde y bajada ¡Qué mejor!

Cristal Mayu está a solo 30 kilómetros de Villa Tunari, y el camino es mayormente en bajada. Esta detención no es necesaria, pero nosotros queríamos llegar a Villa Tunari en la mañana. Este es un pueblo muy pequeño y tranquilo al lado de la carretera. Hay unos puestitos de venta de fruta, negocios de abarrotes, señoras que venden comida e incluso pollos "a la spiedo". El único detalle es que no hay alojamiento, pero nosotros llegamos un sábado y pedimos permiso para poner la carpa en el terreno de la escuelita.


Una detención a desayunar un sandwich de huevo, tomate y cebolla por 3 bolivianos ¡Ñam!

Tramo 4: Cristal Mayu- Villa Tunari
Tiempo pedaleado: 1:44
Distancia: 30 k.
Velocidad promedio: 17 k/h
Salida: 10:00
Llegada: 12:15

Llegando a Villa Tunari

Salvo una corta subida de un par de kilómetros, el camino es una leve pendiente en bajada. Pensábamos quedarnos un par de días en Villa Tunari, pero tras dar unas vueltas por el pueblo decidimos seguir adelante. Acá hay mucho que se puede hacer, muchos toures y lugares para visitar. El camping “Fabiolla” está en el pueblo, cerca de la plaza, y está bastante bueno; su dueño es muy amable. No obstante, debido a que hacía frío y pensábamos continuar el pedaleo al día siguiente, nos quedamos en un alojamiento. Y no es caro como pensaba, ya que se puede encontrar habitación desde los 20 bolivianos.


Monos que salen a saludar y pedir comida -pero no hay que darles- en la reserva de Villa Tunari

Tramo 5: Villa Tunari- Ivirgarzama
Tiempo pedaleado: 3:32
Distancia: 65,7 k.
Velocidad promedio: 18,5 k/h
Salida: 9:30
Llegada: 13:40

Saliendo de Villa Tunari

El camino continúa recto y hermoso. Cruzamos distintos ríos y vemos a los niños bañándose y sus madres lavando ropa. Incluso nos encontramos con un bautizo de esos con túnica blanca y sumergiéndose en el río.

Ivirgarzama, como ciudad, es bastante desagradable. Un gran mercado lleno de autos, motos, gente: un caos. Además, hay que desviarse un par de kilómetros para llegar al centro. Si pasara de nuevo por ahí, buscaría un lugar para acampar antes o después, pero no entraría a la ciudad. En todo caso, ahí se puede encontrar todo tipo de provisiones y alojamientos.


Saliendo con el sol

Tramo 6: Ivirgarzama- "Cabaña de los ajibos", Bulo Bulo.
Tiempo pedaleado: 3:54
Distancia: 66 k.
Velocidad promedio: 16,8 k/h
Salida: 8:45
Llegada: 13:30

Esta vez no quisimos llegar a la ciudad: queríamos tranquilidad, por lo que decidimos buscar un lugar para acampar a las afueras. Nuestra meta era "Puerto Greter", pero unos kilómetros antes pasamos por Bulo-Bulo, un pequeño y tranquilo pueblo. Un par de kilómetros pasado este pueblito, había una cabaña rodeada de verdor y con una pequeña laguna, de donde sacaban los pescados. Preguntamos y don Marcos nos dijo que no había problema, que podíamos poner la carpa en cualquier parte del terreno, utilizar el baño y darnos una ducha. Esa fue una agradable tarde de descanso ¡Y gratis!

La vista desde la "Cabaña de los ajibos"

Eso si, ahora estábamos en medio de la carretera y no había dónde comprar. La cabaña no funcionaba ese día, porque había que pescar. Comimos tallarines y la fruta que nos quedaba.

 
Desde la carretera parecía perfecto para descansar ¿Cómo no preguntar?

Nota: Una "cabaña" es un restaurant. Se llaman así porque la parte donde se come es un techito cubierto con paja que forma una "cabañita", como se ve a la izquierda de la foto anterior. Está lleno de lugares así por la ruta.

Tramo 7: Bulo Bulo- Yapacani
Tiempo pedaleado: 3:10
Distancia: 57 k.
Velocidad promedio: 17 k/h
Salida: 8:45
Llegada: 13:00

El recorrido ya se hace con calor sofocante y mucha humedad. La ruta es un camino recto y plano. En la mañana hay rocío, por lo que no salimos hasta que se nos secó la carpa. Nos quedamos en un alojamiento pasable y económico, cuyo nombre no recuerdo… pero estaba al lado del alojamiento “Cochabamba”. Para variar, el pueblo es un mercado gigante por lo que acá compramos muchas frutas y provisiones por si al otro día podíamos dormir en una cabaña o algún campito fuera de la ciudad.

Todo reeeecto nomás...

Tramo 8: Yapacani- Montero
Tiempo pedaleado: 4:20
Distancia: 79 k.
Velocidad promedio: 18 k/h
Salida: 7:00
Llegada: 13:00

Salimos temprano, pero el sol ya quemaba. El camino sigue igual: verde, recto y plano. Montero es una ciudad bastante grande, con una entrada tranquila, sin tanto auto ni gente, por lo que llegar a la plaza fue un alivio. No obstante, para buscar alojamiento nos tuvimos que ir al sector del mercado, con su caos habitual. Encontramos un alojamiento que dejaba bastante que desear, pero costaba 20 bolivianos y tenía wi-fi. Como siempre, ahorrar es la premisa.

Camino hacia Montero. Nada como una berma buena y ancha para sentirse seguro

Tramo 9: Montero- Santa Cruz
Tiempo pedaleado: 2:49
Distancia: 53,70 k.
Velocidad promedio: 18,9 k/h
Salida: 7:30
Llegada: 11:00

Aunque muchos nos dijeron que esta ruta era simple, fue la más compleja: como Montero está bastante cerca de Santa Cruz, hay MUCHO tránsito y el camino está en muy mal estado. Además, es una autopista, por lo que no es muy bonito. Pero bueno, ya era el final y listo. En Santa Cruz alojamos con un couchsurfer, pero hay alojamientos céntricos desde los 20 bolivianos.

 Plaza de Santa Cruz, al fin


Lo mejor de la ruta: El tramo desde Santa Isabel hasta pasadito Villa Tunari, el más selvático. Luego de eso ya es una pampa verde, pero sin esa vegetación exuberante.

-¡Voh dale, pedaléa!-



viernes, 8 de agosto de 2014

Pedaleo altiplánico

Pedalear tan alto que lo único que queda son las nubes 
como trazadas por un pincel
Avanzar por la columna de la montaña;
no, tu no avanzas, la montaña te lleva, 
te empuja
tus piernas solo se dejan llevar por el impulso,
un suave desliz,
con la sola compañía del viento gélido
que te recuerda cada músculo tenso de frío
con la sola compañía del sol abrazante
que te recuerdan tus ojos encandilados
Pedalear



y de aquí no hay fotos, estaba muy ocupado dejándome llevar por las cumbres

domingo, 3 de agosto de 2014

Masa crítica Santa Cruz, Bolivia


A falta de la cicletada del primer martes de Santiago, tenemos Masa Crítica del primer domingo. Los ciclistas de Santa Cruz se juntan a las 9:30 en la plaza "24 de Septiembre", en el centro mismo de la "ciudad de los anillos", y salen a recorrer las calles parando el tránsito y parando a sacar fotos en distintos lugares.

¡Quema grasa, no petróleo! Los stickers gentileza de "Hache"

Acá el movimiento ciclista está recién comenzando. En la calle se ven muy pocas bicicletas y los conductores de autos y micros son homicidas al volante. En la cicletada predomina un ambiente tranquilo y relajado, familiar, acompañado del calor invernal del trópico boliviano son la tónica del recorrido. 

Una parada en la plaza, no puede faltar la foto en medio de la masa

Aunque la salida no es TAN masiva como las miles de personas que asisten los martes en Santuiago, se armó un buen grupo, agradable y acogedor. Alrededor de unas 50 bicicletas habrán llegado, en su mayoría MTB (de hecho, solo habían 2 ruteras, una BMX y una mini). La convocatoria es periódica y se publicita mediante el grupo de facebook "Bicicultura Santa Cruz".


Al frente de la organización se encuentra Gina Muñoz, ciclista entusiasta, activa y muy simpática. Comanda un grupo bastante organizado para poder mantener a raya a los autos en los semáforos. Las paradas a descansar se extendían un buen rato debido a que Gina pasa a saludar y sacarse fotos con todos.

Gina a la derecha, la del casco blanco.

La tarea que aún tiene Gina pendiente: que un local acepte la llegada de muchas bicicletas con gente dispuesta a tomarse unas cervezas. Por suerte en Santiago ya tenemos unos cuantos locales "bike-friendly". 

¡Un abrazo a la Masa Crítica de Santa Cruz, qué buena manera de comenzar un domingo!

-Voh dale, pedaléa-